Aprender a cerrar ciclos y cultivar el desapego es lo que debemos hacer cuando estamos entrampados en una relación tóxica, o en un trabajo que nos causa infelicidad, en una familia disfuncional o en un círculo que nos invalida, o con amigos que ya dejaron de ser amigos, porque esto nos sumerge en una abulia, y es señal que las cosas deben llegar a su final.
Cerrar ciclos puede ser muy doloroso y difícil, pero también es una decisión de mucha valentía, que nace del amor, y es parte de un proceso liberador que nos permite evolucionar.
Cerrar ciclos es canalizar toda esa energía en aprendizaje, es alinearnos con nuestra conciencia, con nuestra misión de autorrealización, con nuestra espiritualidad y con todo lo que nos depara la vida.
Cerrar ciclos es reconectarnos con nuestros propios sueños, es ser fiel a nuestra esencia, es no ser complacientes con los deseos de otro, saboteando nuestra identidad.
Cerrar ciclos es transformación y purificación, es acariciar nuestro niño interior.
Cerrar ciclos es establecer límites, no desde la compasión -que cede ante la inercia-, sino desde el rigor -que a veces necesitamos- para nuestro bienestar.
Cerrar ciclos es transmutar toda una energía desgastada de obstinación y frustración en crecimiento.
Cerrar ciclos, obedece al principio de vibración, del movimiento, es por tanto avanzar en nuestro camino.
Para recibir lo bueno que nos da la vida, debemos también aprender a soltar lo que debe quedar atrás.
@ Michelle Valencia G. -09-03-2016
