La música y su correlación con los chakras o Sefirots

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Para poder comprender cómo o porqué la música, o algunos tipos de música pueden ser sanadores, terapéuticas o potenciadores de nuestras capacidades, habilidades y de nuestro Ser en su totalidad; tendríamos que comenzar por situarnos que la música son frecuencias y vibraciones y, que toda la materia del universo, independientemente de su composición o nivel de densidad, todas sin excepción emiten frecuencias y vibraciones. “El Universo es vibración”. 

Después, la música por el tipo de estructura que contiene, en general, si estamos hablando de música es, ritmo, melodía y armonía. Son tres estructuras que le dan la forma a este tipo de vibración que, a su vez, contiene doce escales musicales, correlacionadas con doce planetas de nuestro sistema solar. Así mismo, con doce notas entre cada escala para un total de 144 vibraciones base. Con esta base, se pueden realizar una combinación infinita de notas, escalas para componer y producir infinito número de vibraciones. La música se basa en las matemáticas, es decir, la representación o abstracción de las matemáticas es un arte es por medio de la música. 

El Ser Humano es un modelo fractal, es decir, un modelo que esta basado un modelo que es el sistema solar, y que a su vez, se basa en la galaxia, que a su vez se basa en el universo y que a su vez se basa en el Cosmos.

Un modelo fractal es un modelo que se subdivide en diversas partes, en este caso, si se relaciona con la música, son graves, medios y agudos. La base de la música esta basado en un modelo trínico. A un nivel superficial, el cuerpo humano igualmente se subdivide en graves, medios y agudos. La parte inferior del cuerpo son los graves, la parte media del cuerpo son los medios y la parte superior del cuerpo son los agudos. Sin embargo, al ser un modelo fractal, cada parte de nuestro cuerpo igualmente contiene los graves, medios y agudos. Un ejemplo de ello es nuestra mano. Si pusiéramos nuestras falanges, la primera falange o la punta del dedo sería los agudos, la la segunda falange sería los medios y la tercera falange sería los graves. Así podrías hacer con cada uno de los componentes de nuestro cuerpo hasta llegar a un nivel microscópico, incluso a un nivel cuántico, en donde los átomos están compuestos por una masa electromagnética con un núcleo(protones y neutrones) de carga positiva, los electrones que giran a su alrededor con carga negativas, lo cual al ser repelentes hace que se muevan. El estado habitual o normal de un átomo entre estas dos cargas es neutral, es decir, ninguna de las dos cargas es dominante. 

Después, si lo correlacionamos a nivel energético, nuestro cuerpo tiene 360 meridianos o puntos energéticos que pasan por todo nuestro cuerpo. Dichos meridianos se subdividen en meridianos superiores como los arcanos en las cartas del Tarot, los meridianos medios y los meridianos inferiores. Los meridianos superiores son los que los hindús han identificado como chakras con un total de 7. Sin embargo, los hebreos los dividen en 10+2 como Sefirots. Como se puede comprender, los hindús lo representan de una forma más general. Realmente la representación de los hindús tendría que ser analizada como 8 chakras, porque existe otros cuerpos físicos que conectan con nuestro ser externos a nuestro cuerpo y que se vinculan etéricamente. Por lo tanto, sería chakra 1) Muladhara, Perinéo, que conecta con la metaria, el que hace nos enrraicemos a esta dimensión; 2) Svadhishthana, Jarra, la energía sexual, uno de los chakras más poderosos, por no decir el que más, pues también se correlaciona con la creatividad, la creación, la transformación, el cambio; 3) Manipura, Plexo solar, este se correlaciona con la voluntad, el poder, la determinación, el éxito, el reconocimiento, el ego; 4) Anahata, el timo o corazón, este se correlaciona con los sentimientos, con el amor incondicional, con las emociones; 5) Vishudda, la garganta, este se correlaciona con la comunicación, expresión, el verbo (la palabra que nos diferencias de las demás especies que co habitan en este planeta); 6) Ajna, el tercer ojo, que se relaciona con la intuición, con la glándula pineal que es la que regula en gran medida la secreción hormonal. Desde la concepción egipcia, base de todas las filosofías y religiones de las religiones más extendidas en el planeta (judíos, cristianos, musulmanes, hindús, budismo y zen), dice que el tercer ojo representa a Horus, dios de la iluminación y la conciencia, hijo de Osiris, dios padre, que representa el cerebro masculino e Isis, diosa femenina, que representa el cerebro femenino. Es decir, que la unión de estas tres esencias o partes nos llevan a la iluminación, a la elevación de nuestra conciencia. Cuando nuestro cerebro funciona como una sola unidad, sin tener marcada la dualidad en su pensamiento. Un modelo igualmente trínico. El chakra 7) Sahasrara, la coronilla (glándula pituitaria e hipotálamo) que se relaciona con la conexión con el Cosmos, con las divinidades, con las energías y frecuencias externas a nuestro ser; y por último, tendríamos el 8), que se correlaciona con nuestros cuerpos etéricos que nos hacen estar en conexión con otras dimensiones del Cosmos. 

El caso de los hebreos, los Sefirots (chakras) son 10+2+1, es decir, realmente serían doce. Es un modelo o perspectiva más exacta si lo encajamos con los 12 planetas del sistema solar + el astro rey. Si hacemos la homología, sería la siguiente, Sefirot Keter es la corona; Sefirot Jojma cerebro masculino, Sefirot Biná cerebro femenino, Sefirot Gevurá hombro izquierdo (equilibrio), Sefirot Hessed, hombro derecho, Sefirot Tifereth (timo), Sefirot Hod (hígado y pierna derecha), Sefirot Netzach (vaso y pierna izquierda), Sefirot Yesod (sexualidad) y Sefirot Malkuth (E reino de lo material, pueden ser representado por las plantas de los pies o por todo el cuerpo). Después tendríamos dos ocultos, Daat que sería la garganta (el verbo, la conexión divina entre el pensamiento y los sentimientos), pues los tres primeros Sefirots se correlacionan con los pensamientos y los 6 siguientes con las emociones, Daat es quién hace la conexión entre ellos y entre lo sagrado y lo divino cuando Keter no está activo. Por último, aunque habitualmente no aparece en los textos o no se toma en cuenta, habría un treceavo, pues Daat tiene una función doble, pues se correlaciona con la garganta y con el tercer ojo, que sería los otros cuerpos etéricos que tenemos o conexión con Assiya, el reino del tiempo, espacio y la conciencia terrestre, conciencia espacio temporal, la cuarta dimensión. 

Las notas musicales tienen una correlación directa con cada uno de los chakras. Si lo queremos correlacionar con la perspectiva hidú de ocho chakras, sería DO=Chakra 1, RE=Chakra 2, MI=Chakra 3, FA=Chakra 4, SOL=Chakra 5, LA=Chakra 6, SI=Chakra 7, y DO=Otros cuerpos etéricos.

Si lo hiciéramos con la Cábala o Árbol de la Vida, es más exacto puesto que abarca las 8 notas más las alteraciones o semitonos para un total de 13. Es decir, 1) DO=Sefirot Malkuth (Supervivencia), 2) DO sostenido=SefirotYesod (Sexo), 3) RE=Sefirot  Hod (Vaso, estómago, riñón izquierdo, pierna izquierda), 4) RE sostenido= Sefirot Netzach (hígado, pierna derecha, riñón derecho), 5) MI=Sefirot Tifereth (Corazón), 6) FA=Sefirot Gevurá (brazo, hombro, pulmón izquierdo), 7) FA sostenido=Sefirot Hessed (brazo, hombro y pulmón derecho); 8) SOL=Daat (Garganta), 9) SOL sostenido=Sefirot Biná (Cerebro izquierdo femenino), 10) LA=Daat (tercer ojo); 11)LA sostenido=Sefirot Jojma (Cerebro derecho), 12) SI=Keter (Coronilla), y 13) DO= Assiya (los demás cuerpos astrales y su movimiento). 

Estudios científicos de la música y sus efectos



El estudio de las imágenes cerebrales ha arrojado luz sobre la respuesta del cerebro a la música. Particularmente ha permitido profundizar en cómo el oído suministra los sonidos al cerebro. Igual que otros sistemas sensoriales, el auditivo muestra una organización jerárquica: consta de una serie de estaciones neuronales de procesado que van desde el oído a la corteza auditiva, el nivel más elevado. El procesamiento del sonido de las notas musicales empieza en el oído interno (cóclea) aquí se descompone un sonido complejo en las frecuencias que lo constituyen. Luego la cóclea trasmite esta información a lo largo de fibras del nervio auditivo, cada una con afinación distinta que operan como trenes de descarga neuronales que llegan a la corteza auditiva en el lóbulo temporal. Cada célula del sistema auditivo está afinada para responder de forma óptima a una nota o frecuencia concreta. La curva de afinación de una célula se solapa con la curva de las células vecinas de modo que no quedan huecos en la percepción del espectro acústico.
Pero la música entraña mayor complejidad que un sonido aislado. Consiste en una secuencia de sonidos cuya percepción depende de la comprensión de las relaciones entre ellos. Diversas áreas del cerebro participan en el procesamiento de los diversos componentes de la música.
Algunos circuitos del cerebro responden específicamente a la música pero al mismo tiempo parte de estos circuitos participan en otras formas de procesamiento del sonido. Por ejemplo la región del cerebro encargada del “pitch” está también involucrada en la percepción del habla.
El lado izquierdo del cerebro en la mayoría de la gente se destaca en el procesamiento de cambios rápidos en la frecuencia e intensidad tanto de la música como del habla.
Ambos lados son necesarios para la percepción completa del ritmo. Por ejemplo ambos hemisferios necesitan estar en actividad para distinguir la diferencia entre un tiempo de 3/4 y 4/4. 
La corteza frontal, donde se almacenan los recuerdos, también juega un papel importante en la percepción del ritmo y la melodía. Algunos estudios por imágenes indican que cuando el individuo se concentra más en los aspectos armónicos de la música produce mayor activación en las regiones auditivas del lóbulo temporal derecho. El timbre depende también del lóbulo temporal derecho. Los pacientes que se les ha quitado el lóbulo temporal derecho muestran dificultad para diferenciarlo.
Otras investigaciones han encontrado que hay actividad en regiones del cerebro que controlan el movimiento sólo cuando las personas escuchan música incluso aunque no muevan ninguna parte de su cuerpo.
La respuesta cerebral depende también de la experiencia y la educación musical del oyente. Basta un breve entrenamiento para modificar las reacciones del cerebro. Hace no mucho tiempo se creía que las células del cerebro tenían una “afinación fija”. Sin embargo estudios sobre la melodía sugieren que cada afinación puede alterarse mediante el aprendizaje de forma tal que ciertas células incrementan su respuesta ante sonidos que atraen su atención y se almacenan en la memoria.
Los músicos que ensayan muchas horas al día a lo largo de años responden a la música de forma diferente a los legos y presentan un hiperdesarrollo de ciertas regiones cerebrales.
Christo Pantev de la Universidad de Münster observó que al escuchar una interpretación al piano y comparado con el lego el músico activa un 25 % más de regiones auditivas del hemisferio izquierdo. Y esto se incrementa cuanto más joven se inicia el sujeto al estudio de la música.
Además el cerebro del músico concede un área mayor para el control motor de los dedos. Las regiones del cerebro que reciben estímulos sensoriales del 2º al 5º dedo de la mano izquierda (índice al meñique) eran mayores en violinistas. Se trata en efecto de los dedos que realizan movimientos rápidos y complejos cuando se toca el violín.
En cambio no se observa ningún incremento en las zonas de la corteza que reciben la información de la mano derecha encargada del control del arco. Los legos no presentan estas diferencias.
También se observa que los músicos, en especial los pianistas desarrollan mayor habilidad para utilizar ambas manos y que esto provoca mayor coordinación entre las regiones motoras de los dos hemisferios. El cuerpo calloso anterior que contiene el haz de fibras que interconecta las dos áreas motoras es mayor en los músicos que en los legos al igual que el cerebelo y la corteza motora.
El Dr. Mark Tramo, músico, compositor, neurólogo y director de “The Institute for Music & Brain Science Harvard Medical School” dedicado a la investigación de la relación entre melodía, armonía y ritmo y las emociones y sentimientos que producen a nivel de las células cerebrales considera que “la música está en nuestros genes».
El instituto que dirige estudia los efectos de la música sobre la ansiedad y la depresión en pacientes con cáncer y niños enfermos en las unidades de cuidado intensivo.
Estudiar la biología de la música puede conducir a usos prácticos. Ya hay evidencia que la música puede ayudar a bajar la tensión arterial y a calmar los dolores. Mark Tramo cree que podría ayudar a solucionar problemas relacionados con el aprendizaje, la sordera y el mejoramiento personal. Estudios en niños indican que la experiencia musical precoz puede facilitar el desarrollo. En algunos hospitales de los Estados Unidos disponen de música suave de fondo en las unidades de cuidados intensivos de bebés prematuros. Las investigaciones realizadas han hallado que la música ayuda a los bebés a aumentar de peso y dejar la unidad mas rápidamente que aquellos que no escuchan esos sonidos. En el otro extremo de la vida, la música es usada para calmar a pacientes con Alzheimer. 
La música también involucra la emoción tanto en lo que se percibe como en lo que se ejecuta o canta.
Cuando un acorde que resuelve una sinfonía nos produce un delicioso escalofrío se activan en el cerebro los mismos centros de placer que actúan al comer chocolate, hacer el amor o tomar ciertas drogas.
Un intervalo consonante corresponde a una relación de frecuencias entre las dos notas que determina un intervalo sencillo. Por ejemplo: La relación entre las frecuencias de un do y un sol central es 260 y 390 hertz. La interpretación simultánea define un acorde de quinta perfecta de sonoridad considerada agradable.
En cambio la interpretación simultánea de un do central y un do sostenido (260 y 277 hertzios) produce un sonido que en nuestra cultura mayoritariamente es considerado como desagradable y áspero.
¿Que mecanismos cerebrales subyacen a esta experiencia?
Las imágenes obtenidas mediante tomografía (registradas mientras individuos escuchaban acordes disonantes y consonantes) mostraron que son dos sistemas diferentes los que se activan, cada uno relacionado con emociones distintas, cuando el cerebro procesa emociones vinculadas a la música. Los acordes consonantes activan región órbito frontal (parte del sistema de recompensa) del hemisferio derecho y parte de un área del cuerpo calloso.
La música nos acompaña desde tiempos remotos; el hombre prehistórico tocaba ya flautas de huesos, instrumentos de percusión y birimbaos. Los arqueólogos han descubierto flautas hechas con huesos de animales en Neanderthals que vivían en Europa del Este hace más de 50.000 años. La música esta dentro de nuestro cuerpo-mente. Para oír música no necesitamos que ningún sonido real llegue a nuestros oídos. Tan sólo con imaginarla un número de áreas temporales del cerebro que participan en la audición se activan también cuando dichas melodías se imaginan.
Fenómenos como estos demuestran que son muchos los conocimientos que se han adquirido en los últimos años pero son aún más los misterios a develar.
Es un hecho que la música produce diferentes reacciones psicológicas en las personas, e incluso induce o modifica estados cognitivos, anímicos o emocionales. Imagínese escuchar cantos gregorianos mientras hace sus compras en el supermercado o una tierna canción de cuna durante un serio desfile militar.
Para entender el poder de la música sobre la mente y, por ende, sobre el cerebro, necesitamos conocer su fisiología. Ininterrumpidamente el cerebro envía y recibe mensajes de todo el cuerpo a través de diversos neurotransmisores. Recibe información de nuestros sentidos -vista, olfato, oído, tacto, etc.- pero también recibe una gran cantidad de información de las hormonas, entre ellas las sexuales (testosterona y estrógeno) y las llamadas hormonas 'del estrés', como la adrenalina, cortisol y acth. Las hormonas del estrés forman una compleja cadena que al fluir en el torrente sanguíneo hace un constante intercambio de mensajes, después de ser liberadas por las diferentes glándulas secretoras como la pituitaria y las suprarrenales, y que junto con el hipotálamo se comunican recibiendo y enviando impulsos al cerebro. 
La liberación de hormonas puede provocar grandes cambios en el organismo como: descargar la glucosa almacenada para dar energía, aumentar la presión sanguínea, alterar o inmovilizar el sistema muscular al aumentar el flujo sanguíneo, debilitar al sistema inmunológico desprotegiéndolo ante las enfermedades e influir en el carácter de la persona, entre otros.
Lo anterior quizás nos ayude a entender someramente cómo la música (vía los sentidos y las emociones) afecta al cerebro, en consecuencia a la mente, y al resto del cuerpo. El cerebro recibe los efectos de las hormonas liberadas por las glándulas y el mismo cerebro, respondiendo a estímulos externos e internos, envía información a las glándulas para secretar hormonas, se forma así un círculo. La adrenalina en el cerebro activa centros nerviosos tales como el centro de las emociones y el de la memoria. Un resultado importante de la liberación de adrenalina es que afecta particularmente a un grupo de células cerebrales de forma almendrada conocido como la amígdala. A la amígdala se le puede considerar como el mayor centro de mando emocional. Cuando hay actividad en ésta es seguro que el sujeto está experimentando emociones. Además, entre más adrenalina llegue al cerebro, el recuerdo de la experiencia vivida en ese momento se fortalece quedando fuertemente grabado en la memoria.
En los últimos años, algunos investigadores han encontrado que los niveles hormonales son diferentes antes y después de escuchar música. Haciendo la prueba con un grupo de personas en tratamiento médico se demostró que al recibir una noticia desagradable, como someterse a una operación o a una gastroscopía, el nivel de cortisol sube durante los 15 minutos siguientes hasta 50%,  sin embargo, si a algunos de ellos se les hace escuchar música por una hora inmediatamente después de recibir la noticia, al final de la misma hora su nivel hormonal vuelve a la normalidad, mientras que quienes no se exponen a la música continúan elevándolo. Se comprobó que el grupo de personas que escucharon música redujo considerablemente la cantidad de hormonas del estrés en su sangre, contrariamente a los que no la escucharon y aumentaron dichas hormonas.
En Alemania, otros estudios fuera del consultorio médico  examinaron los efectos de tres tipos de música con diferentes ritmos: un vals de Strauss con ritmo regular, una contrastante composición contemporánea de ritmo marcadamente irregular y una pieza de naturaleza meditativa sin fuertes características rítmicas. Esta última redujo la adrenalina y el cortisol de los sujetos, por lo que se dedujo que de alguna manera la música tiene que ver con la liberación de hormonas.
Pero el efecto no siempre es reductivo. En el ámbito deportivo, dos grupos de corredores, uno de expertos y otro de novatos, entrenaron bajo tres condiciones: escuchando música relajante, música rápida y en completo silencio. Al realizar ejercicios de alta intensidad, los novatos elevaron su nivel de cortisol con la música rápida en contraste con la tranquila y el silencio. Así que en los casos en que se requiere una gran reacción del cuerpo, la música puede activar y aumentar el nivel hormonal. Los expertos no sufrieron alteración en ninguno de los casos pues probablemente sus cuerpos ya están condicionados para mantener el nivel óptimo de estrés.
Otros estudios muestran que una misma música puede aumentar o disminuir las hormonas del estrés, dependiendo de los sujetos. Al exponer a biólogos y a músicos a dos fragmentos musicales, uno relajante y otro energético, la reacción de los biólogos fue de disminución hormonal en ambos casos, en cambio los músicos elevaron sus niveles, ya que ellos profundizaban y sentían la música, la analizaban y hasta la tocaban mentalmente con sus instrumentos.
Todos estos descubrimientos indican que sí existe una relación entre la música y las hormonas del estrés. Y, como ya se dijo, no es sólo cuestión de tipos de música, sino también del estado mental y de conocimiento del individuo. Ésta es una consideración importante para entender la interacción música, hormonas y cerebro, además de sus posibles consecuencias a largo plazo, ya que en ciertos casos la liberación de hormonas puede revivir la memoria o recuerdos remotos.
En la actualidad la mayoría de los jóvenes escucha música estridente, con un volumen muy alto y, sin saberlo, están alterando su fisiología. No saben por qué cierta música les afecta de una u otra manera: tranquilizándolos o excitándolos. Pero ¡cuidado! Hay que estar alerta en los casos en que la reacción provoque aceleración en la respiración y en los latidos del corazón. Tal vez están aumentando críticamente los niveles hormonales lo que puede provocar, a corto o largo plazo, problemas de salud.
Algunas personas utilizan la musicoterapia en cursos formales. Con la guía de un especialista, la musicoterapia y la psicodinámica han tenido magníficos efectos terapéuticos, inclusive en grupos  de enfermos mentales. Escuchando la música adecuada para cada caso, las personas que tienen problemas de comunicación y baja autoestima pueden encontrar en ella una forma de expresión y de creatividad, pudiendo vencer su timidez al compartir esa experiencia.

¿Toda la música sirve para aumentar nuestro potencial?



No. De hecho la mayoría de la música no es capaz de armonizar e integrar y estimular los dos cerebros, izquierdo y derecho, incluso, la música como el heavy metal no sólo no armoniza el cerebro, sino que además bloquean algunas partes del cerebro, estimulando sobre todo la parte frontal del cerebro la cual es la que activa el movimiento, y en ocasiones, la violencia. Muy pocos estilos musicales lograron tener una armonía «perfecta» para lograr efectos sanadores, de la música que se tiene, la barroca es la que ha logrado este efecto, en especial la de Mozart.

El efecto Mozart

El tema fue objeto de estudio durante más de 40 años por parte de un investigador francés, Alfred Tomatis, quien utilizó las melodías del compositor austríaco para tratar patologías de diferente índole en niños y adultos discapacitados.
Su trabajo fue reconocido por la Academia de las Ciencias y Medicina de Francia, y actualmente existen centros de tratamiento Tomatis en Estados Unidos, Europa y América Latina. Además existe un libro donde el científico explica las bases de su investigación.
En 1993 una universidad estadounidense también inició estudios en la materia haciendo pruebas de razonamiento espacio-temporal (razonamiento con imágenes para resolución de problema) sobre estudiantes. Los resultados indicaron que quienes fueron expuestos a la Sonata D para Dos Pianos de Mozart lograron mejores resultados.
Desde entonces se han efectuado proyectos de investigación en diversos centros académicos en busca de más respuestas al «fenómeno Mozart», incluyendo las averiguaciones que pretenden aclarar el verdadero efecto que provocaría la melodía del músico austríaco.
No obstante, quienes trabajan actualmente con el llamado «método Tomatis» defienden su efectividad.
«A nivel general logramos conciencia y atención. Un niño con problemas de atención, que es hiperactivo, con una inteligencia adecuada, con el método empieza a atender y tener conciencia de lo que escucha», aseguró Sylvia Carrasquilla, consultor de un centro Tomatis -fundado por el científico francés- en Bogotá, Colombia.
Pero aclara: «no consideramos que hacemos medicina sino una terapia; es algo entre tradicional y alternativo».

El método

De acuerdo a lo que explican los especialistas del centro Tomatis bogotano, se utilizan diferentes tonalidades de Mozart en el tratamiento, según la intensidad de las ondas hertzianas que emitan, que van desde 125 hertz a 9.000 hertz.
La música grave (125-700 hertz) de Mozart se utiliza para terapias relacionadas con el área motora, la verticalidad y síntomas corporales; una tonalidad media (1000-3000 hertz) sería la ideal para problemas de comunicación en el paciente; mientras que la variación aguda (3000-9000 hertz) se aplica para ayudar en tratamientos para el aspecto emocional.
Sin embargo, esto no significa que cualquier persona, de sentirse deprimida, por ejemplo, simplemente debería recurrir a la sinfonía 40 de Mozart como remedio.
«No es lo mismo poner a Mozart en casa porque nosotros utilizamos unos aparatos electrónicos sofisticados (llamado el oído electrónico) en el que filtramos la música para llegar a las ondas hertzianas deseadas para el paciente», explica Carrasquilla.

Diferencias de criterio

¿Y por qué Mozart y no Bach o Beethoven? La consultora del centro Tomatis de Bogotá explicó que es un asunto de la intensidad de las melodías.
 Mozart trabajó con frecuencias muy altas -especialmente con flautas y violines- y es ideal para la terapia de escucha ya que está entre los 125 y 9000 hertz que son los necesarios para las terapias», señaló.
«Además este fue un músico con composiciones hechas a temprana edad, por lo que tiene una melodía muy dinámica, que le da energía al cerebro, que no está contaminada emocionalmente, de ahí que a las personas les transmitimos esta energía», apuntó la especialista.
El debate sobre este tema se ha mantenido presente en la comunidad científica.