«Algún día la ciencia, regenerada por la verdadera fe y por el espíritu de caridad, alcanzará, con los ojos abiertos, a esas esferas en que la filosofía especulativa yerra con los ojos vendados y tanteando. Sí, la ciencia se volverá vidente y redentora, a medida que aumente en ella la conciencia y el amor a la humanidad. Y quizá sea por «la puerta del ensueño y de los sueños», como decía el viejo Homero, por donde la divina Psiquis, desterrada de nuestra civilización y que llora en silencio bajo su velo, vuelva a la posesión de sus altares.» Pitágoras
Un medico con cero tanto heurístico puede dar una sentencia de muerte en base a datos y cifras, pero su diagnostico es ciego y sordo al anhelo de esperanzas inherente en cada ser humano, que lo convierte en un verdugo de la muerte, que da el remate a la victima. Nuestro cerebro trata de buscar la coherencia sobre los decretos dictados al universo y reprograma las células preparando su nicho para morir. Una sola palabra puede construir o destruir. El mundo material empieza por el pensamiento, el cual llevado a la palabra, y concretado en acción, se vuelve material, tal como sucedió con la creación cuando se pronunció la palabra «Hágase», y cobra profundo sentido el verso más sentencioso de Vicente Huidobro en la poesía:
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